¿Cada cuánto tiempo hay que repasar lo estudiado? Esta es una pregunta que muchos estudiantes se hacen, sobre todo cuando se enfrentan a un examen o a una prueba de conocimientos como las que tenemos a la vuelta de la esquina.  La respuesta no es única ni sencilla, ya que depende de varios factores, como el tipo de materia, el nivel de dificultad, el método de estudio y la memoria de cada persona. Sin embargo, existen algunas pautas generales que pueden ayudarnos a planificar nuestros repasos de forma eficaz y evitar el olvido.

El repaso es una técnica de estudio que consiste en volver a revisar lo que hemos aprendido anteriormente, con el objetivo de consolidar los conocimientos y reforzar el recuerdo. Al repasar, estamos activando las conexiones neuronales que se formaron en nuestro cerebro cuando estudiamos por primera vez, y así evitamos que se debiliten o desaparezcan con el paso del tiempo. El repaso también nos permite detectar posibles lagunas o errores en nuestro aprendizaje, y corregirlos antes de que sea demasiado tarde.

Pero, ¿cómo saber cuándo y cómo repasar? Para responder a esta pregunta, podemos basarnos en la teoría de la curva del olvido, desarrollada por el psicólogo Hermann Ebbinghaus en 1885. Esta teoría afirma que la mayoría de la información que aprendemos se queda en la memoria a corto plazo, y que si no la repasamos, se va perdiendo progresivamente hasta olvidarse casi por completo. Según Ebbinghaus, en las primeras 24 horas después de haber estudiado algo, olvidamos más del 50% de lo aprendido, y si pasamos a las 48 horas, solo recordamos el 30%. Esto significa que si no repasamos lo que estudiamos al día siguiente, estamos desperdiciando gran parte de nuestro esfuerzo.

Para evitar este efecto negativo del olvido, Ebbinghaus propuso una serie de intervalos óptimos para realizar los repasos. Estos intervalos se basan en el principio de espaciar los repasos en función del tiempo transcurrido desde el último repaso. Así, cuanto más tiempo haya pasado desde que estudiamos algo por última vez, más tiempo podemos dejar pasar hasta el siguiente repaso. De esta forma, conseguimos mantener un nivel alto de recuerdo sin saturar nuestra memoria con repasos innecesarios o demasiado frecuentes.

Según Ebbinghaus, los intervalos óptimos para repasar son los siguientes:

1. – Primer repaso: al día siguiente de haber estudiado.
2. – Segundo repaso: a la semana de haber estudiado.
3. – Tercer repaso: a los 30 ó 40 días de haber estudiado.
4. – Cuarto repaso y siguientes: distanciarlos cada 30 ó 40 días, según la fecha del examen.
5. – Último repaso: unos días antes del examen.

Estos intervalos son orientativos y pueden variar según las características personales y las circunstancias de cada estudiante. Lo importante es adaptarlos a nuestras necesidades y objetivos, y ser constantes y disciplinados en su cumplimiento. También es importante tener en cuenta que estos intervalos se refieren al tiempo entre repasos de un mismo tema o unidad. Es decir, no significa que solo tengamos que repasar una vez al día o una vez a la semana, sino que podemos repasar varios temas o unidades diferentes cada día o cada semana, siempre respetando el intervalo correspondiente a cada uno.

Además del cuándo, también debemos tener en cuenta el cómo repasar. No se trata sólo de releer lo que hemos estudiado, sino de hacerlo de forma activa y comprensiva. Para ello, podemos utilizar diferentes técnicas de estudio, como el subrayado, los resúmenes, los mapas mentales, las preguntas o los ejercicios. Estas técnicas nos ayudan a sintetizar la información, a organizarla visualmente y a comprobar nuestro nivel de aprendizaje. En este sentido, los que hacéis tests de Bazán Oposiciones jugáis en otra liga 😉 ¡Con la fácil que sería insertarse una memoria en la cabeza!

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